Rafael Cancel Miranda
Estruendosos aplausos dieron la bienvenida a Rafael Cancel
Miranda, a medida
que él caminaba hacia la plataforma, en la Conferencia
Internacional en
Apoyo a la Independencia de Puerto Rico, sostenida en la Capital
mexicana,
Ciudad México, en el 1979. Con él había otros tres
nacionalistas, los cuales hacía poco habían recuperado su
libertad
tras largos años de encierro. Ellos eran Irvin Flores, Lolita
Lebrón
y Oscar Collazo. Ellos habían sufrido una prisión
más
larga que algún otro prisionero político. Allí
frente a
representantes de unas cincuenta y una naciones, estos eran vistos como
la
personificación de la directiva de su maestro don Pedro Albizu
Campos,
hacia la ejecución del valor y sacrificio. Nosotros encontramos
que
Rafael es un ser muy amistoso y fácil de abordar. Cuando le
volvimos a
encontrar en varias actividades patrióticas en Puerto Rico, nos
abrazábamos
como viejos amigos.
Rafael sabía a la corta edad de siete años,
que era
independentista. Su padre, don Rafael Rodríguez, era presidente
del
Partido Nacionalista de Mayagüez y le llevaba consigo a los
mítines. Su padre había sido víctima de la
represión política,
había sido encarcelado y lo había perdido todo. Con la
ayuda de
sus hermanos éste logró establecer un negocio de muebles
el cual
Rafael ahora controla.
En el 1937, su padre y su madrastra fueron a Ponce para la
celebración
de la abolición de la esclavitud y de la liberación de
prisioneros
políticos. Una hora antes de la parada, el permiso para el acto
fue
cancelado por el alcalde de Ponce, a pedido del Gobernador Blanton
Winship. Aun
así, cantando "La Borinqueña", la procesión
comenzó su marcha hacia la Catedral. Policías armados
atacaron la
procesión, sin dar a los marchadores la oportunidad de
defenderse. Veintiuna fueron las muertes y sobre cien los heridos, en
lo que vino a ser
conocido como "La Masacre de Ponce". El blanco uniforme de enfermera
de la madrastra de Rafael se empapó de sangre, mientras ella
buscaba en
cuclillas entre los cuerpos, tratando de encontrar desesperadamente a
su esposo. Milagrosamente, ellos ambos lograron regresar a su hogar,
sin más daño
que el trauma emocional que tal experiencia les dejara.
Impactado por el incidente, el joven Rafael incurrió
en su primer
acto político, rehusando saludar la bandera americana en la
escuela.
Su participación en una huelga estudiantil, poco
antes de su gradución,
protestando los requerimientos de dar las instrucciones escolares en
inglés,
provocaron su expulsión de la escuela local y él tuvo que
marcharse hacia San Juan para poder finalizar sus estudios secundarios.
Los Indómitos narra cómo Rafael en una
ocasión
ayudó a un mendigo con su pesada carga recogida de un basurero.
Tras
seguirle hasta su casa, Rafael pudo darse cuenta del arrabal en que el
pobre
hombre vivía. Siendo de por sí un ser de una muy profunda
compasión
y sensibilidad, él decidió establecer una escuela en
aquel barrio
pobre, enseñándoles a leer, escribir, aritmética y
orientación social.
Cuando él llegó a la edad de enlistamiento,
Rafael, junto con
otros siete jóvenes, rehusó aceptar la autoridad del
gobierno de
Estados Unidos y se negó a inscribirse. En aquel tiempo
existía
también el peligro de poder ser llamado a combatir en la guerra
de Corea. Su abstención le produjo una sentencia de dos
años de prisión,
los que cumplió en una institución penal de Tallahassee,
Florida.
Eventualmente emigró a Nueva York, encontrando
trabajo en una factoría
de zapatos. En el 1953, compareció ante el Comité de
Descolonización de las Naciones Unidas. Allí
testificó,
afirmando que: pese a la afirmación de Estados Unidos alegando
que desde
la formación del Estado Libre Asociado de Puerto Rico, la isla
dejó
de ser una colonia, su estado legal político continuaba siendo
el mismo. Esa afirmación continuó prevaleciendo por unos
20 años,
antes de que el Comité de Descolonización fuera
convencido del
estado legal colonial de Puerto Rico, y comenzara a emitir resoluciones
por la
independencia de la isla riqueña.
El año siguiente a su deposición ante las
Naciones Unidas,
Rafael, junto a Irvin Flores, Lolita Lebrón y Andrés
Figueroa,
participó en una demostración ante el Congreso de los
EEUU. Allí,
los cuatro dispararon contra los legisladores, en un desesperado ruego
por el
reconocimiento de sus derechos a la libertad. Este acto le produjo una
sentencia de ochenta y cuatro años por "intentar derrocar el
gobierno por medio de la fuerza y la violencia".
"Cuando yo fui a la prisión", a él se le
cita como
diciendo en Los Indómitos, "ya yo estaba formado: ya
tenía
carácter y estaba seguro del porqué estaba allí y
por lo
que estaba luchando." Aún así, los tres primeros
años
fueron particularmente difíciles. Siendo una persona del todo
independiente, él encontró que le era muy difícil
ajustarse. "O yo rompo la prisión o la prisión me rompe a
mi
¡y yo no voy a dejar que me rompa!"
El hizo tiempo en Leavenworth, Alcatraz y Marion, donde fue
encerrado en el "hoyo"
por 18 meses. Mientras purgaba su sentencia, Rafael leyó cuanto
libro de
sociología pudo conseguir y aprendió a tocar guitarra. El
fue
testigo y protestó por las brutalidades y el racismo en las
prisiones.
Un incidente particularmente patético, relatado en Los
Indómitos,
fue la visita de su esposa, la cual había sido su novia desde le
escuela
superior. Ella había trabajado duramente para economizar
suficiente a
fin de poder dar el largo viaje a Kansas, para simplemente encontrar a
Rafael en
el "hoyo". Sólo despues de tres días de agonizante
espera, se le concedió a ella una hora de visita con él.
La negación de Rafael a aceptar libertad condicional
retardó
su excarcelación. Mas el día finalmente llegó. A
su
regreso a Puerto Rico fue recibido como un héroe y con gritos de
"¡Unidad!" El temía haber perdido su sensibilidad humana
en medio de la hostilidad
y la violencia de la vida en prisión. Pero multitud de gentes le
rodearon y le alzaron en hombros. ¿Sería esta una mera
casualidad,
que los Nacionalistas fueron recibidos de vuelta a su tierra, el mismo
día
en que Puerto Rico celebraba el natalicio de don Pedro Albizu Campos?
Como muchísimos otros patriotas latinoamericanos,
Rafael también
es poeta. Por las Calles de mi Patria ha sido recibido
entusiastamente
en Puerto Rico y en los Estados Unidos. Los poemas son aquellos que
él
le enviaba a su progenitor mientras se hallaba en prisión. El
pensaba
que estos habíanse perdido, y se sorprendió al enterarse
de que
los mismos habían sido publicados por su padre. La
producción
musical está dedicada a todos aquellos que se mantienen activos
en la
lucha por la libertad.
Rafael continúa presentando la causa por la libertad
de su tierra
ante otras naciones y ocasionalmente incursiona en los Estados Unidos
en giras
de discursos a favor de los prisoneros políticos
puertorriqueños.
En una colección de la ideología de Rafael
Cancel, nosotros
encontramos los siguientes pensamientos:
"El revolucionario es un hombre de hogar lanzado al
combate por sus
altos conceptos de lealtad a los suyos.
"El hombre fuerte no carece de debilidades, simplemente
las vence.
"No supliquemos al cielo lo que podemos conseguir
luchando."
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