Irvin Flores Rodríguez

El regreso de Irvin Flores fue acogido por la desaforada aclamación de una gran multitud. Flores, Rafael Cancel Miranda y Lolita Lebrón habían servido 25 años de prisión por su ataque al congreso en 1954. En el aeropuerto la multitud que les recibía ondeaba banderas puertorriqueñas y a coro cantaban el himno nacional a la vez que alzaban sus puños cerrados en señal de solidaridad con su lucha patriótica.

El gentío seguía a los Nacionalistas desde el aeropuerto al cementerio de San Juan, donde está enterrado don Pedro Albizu Campos. Al entrar unos miles de concurrentes, los portones del cementerio fueron cerrados. Cientos más se mantuvieron junto a los muros que sirven de verja.

Yo me encontré con Irvin Flores apenas unos meses después de su salida de la prisión en el 1979. Fue en la Conferencia Internacional en Apoyo a la Independencia de Puerto Rico, llevada a cabo en Ciudad México. Le vine a conocer mejor en Puerto Rico, a medida que nos encontrábamos en las celebraciones patrióticas y en la comunidad de Villa Sin Miedo. Para entonces, él estaba ya casado y residiendo en Bayamón, donde me fue posible concertar una entrevista con él, mientras comíamos arroz con habichuelas.

Nacido en una familia pobre de Cabo Rojo, Flores quedó huérfano a la edad de ocho años, al morir su madre. El, cinco hermanos y una hermana fueron criados por una tía.

Tras terminar la escuela superior, Irvin asistió a una escuela vocacional en la que estudió electricidad y sastrería. En la vocacional él se topó con un grupo de estudiantes que discutían el tema de la independencia. Entre ellos se encontraba Rafael Cancel Miranda, quien le invitó a que se uniera a la "Juventud Puertorriqueña por la Independencia".

Luego Irvin se unió al Partido Nacionalista y pasó a ser miembro del cuerpo de cadetes del mismo. El describe su primer encuentro con don Pedro Albizu Campos, como una experiencia muy emocional. Dándose cuenta de su celo por la independencia, don Pedro le exhortó a que se dedicara a la oratoria pública.

En el levantamiento del 1950, él se unió al contingente de Mayagüez en el ataque al cuartel de la policía. Aunque 3,000 Nacionalistas fueron arrestados, Irvin logró escapar a las montañas.

Aferrándose a la política Nacionalista de rehusar cooperar con el gobierno de los Estados Unidos, Flores se negó a inscribirse en el Servicio Selectivo. Para evitar que le reclutaran, él se ocultó, mudándose de una finca a otra, un paso adelante del FBI. Eventualmente estos lo cogieron. Fue encarcelado y se encontró otra vez en compañia de Rafael Cancel. Tras su salida de la prisión, la armada rehusó aceptarle, considerándole un subversivo.

Flores dejó Puerto Rico y se fue a la ciudad de Nueva York para acompañar a su sobrino. Allí se mantuvo trabajando en una fábrica de gabinetes de televisión. De nuevo se encontró con Cancel, así como con Lolita y Andrés Figueroa Cordero, con quienes realizó los preparativos para el ataque al Congreso. El ataque fue planeado como un grito de atropello sobre el acta congresional 600, la cual declaraba que: como Puerto Rico ahora tenía su propia constitución, ya no era más una colonia. Para los nacionalistas era claro y evidente que el estado legal político de Puerto Rico no había cambiado en realidad. El grupo llegó a Washington, D.C. conscientes de la imposibilidad de volver.

Entrando como turistas a la Cámara de Representantes, se sentaron en la galería. A una señal de Lolita Lebrón, comenzaron a disparar. Los congresistas se apresuraron a cubrirse. Algunos fueron heridos. En la confusión que siguió a la balacera, Irvin logró salir caminando, deteniéndose brevemente a observar las estatuas de los patriotas americanos que habían luchado por la independencia de su nación. Luego dejó el edificio y tomó un taxi hacia la estación de autobuses. Allí, él y unos mexicanos fueron detenidos por policías que habían oído que cuatro Nacionalistas habían estado envueltos en el asalto y que de ellos sólo tres habían sido aprenhendidos. Una bala suelta en su bolsillo le traicionó.

En Los Indómitos se describe su experiencia en prisión. El ocupó su tiempo estudiando el inglés y leyendo biografías y libros de historia y filisofía. También aprendió a tocar guitarra y practicó algo con la pintura. Por los primeros trece años no recibió visita alguna y apenas muy poca correspondencia. Tenía 53 años de edad cuando finalmente, tras presiones nacionales e internacionales, el Presidente Carter le conmutó la sentencia a los Nacionalistas, incluyendo la de Oscar Collazo. La opinión pública dio indicio de reconocer la falsedad de fingir respaldo por los derechos humanos, cuando se mantenían recluidos a los prisioneros políticos. Andrés Figueroa ya había sido liberado debido a un cáncer terminal, luego murió.

Los Nacionalistas se reunieron en Chicago, en el hogar del Reverendo Torres, cuya esposa, hijo y nuera se encuentran actualmente sirviendo sentencias de prisión por la causa de la independencia. Allí, ante la emoción de una tumultuosa recepción, Flores ejecutó su primer discurso público. El de ningún modo se ha arrepentido de sus acciones. Dijo qu la independencia vendría cuando los hombres resuelvan luchar por esta, y no simplemente desearla.

En la ciudad de Nueva York ellos estaban programados para comparecer ante la Iglesia del Apóstol San Pablo. Se esperaba que ciento y pico de personas comparecieran. En cambio, siete mil personas abarrotaron la iglesia, desbordándose en las aceras.

Luego, hacia Puerto Rico. Su labor allí era ahora la de buscar unificar el movimiento pro independencia. El se propuso entrevistarse con sus líderes, en un intento de encontrar asuntos en los que ellos todos pudieran coincidir pese a la amplia gama de ideologías, de revolucionarias y socialistas, a burguesas. Las respuestas fueron negativas al principio, pero gradualmente reuniones conjuntas les unificaron en asuntos tales como la liberación nacional, el uso de los recursos naturales, el reclutamiento militar, y la militarización de Puerto Rico. Las celebraciones conmemorando los días festivos patrióticos, también los unieron más. Con el tiempo, el Comité Unitario Independentista se extendió a 21 capítulos por todo Puerto Rico.

Doquiera que Irvin Flores va, es acogido con apretones de manos, abrazos, peticiones por fotografías y el saludo especial, "Gracias por tu sacrificio."