José Luis
Rodríguez
El joven de 24 años de edad, José Luis
Rodríguez, hizo
buen uso de su libertad entre la convicción y la sentencia,
aprovechando
para unirse a las celebraciones del Grito de Lares en San Francisco. El
se
hallaba libre bajo una fianza de $25,000 por espacio de dos años
tras su
arresto en Chicago. Finalmente fue convicto de "Conspiración
Sediciosa". El sabía que esta convicción podía
acarrearle una sentencia de hasta veinte años de prisión.
Bien parecido y elegantemente vestido, en su manera de ser
quieta y modesta,
evoca poca credibilidad a los intentos de marcarle como terrorista y
como una
amenaza para el gobierno de los EEUU. Su discurso en tal
celebración,
tuvo que ver mayormente con la importancia de la rebelión en
Lares del
1868, contra el colonialismo español. El muy bien pudo haber
sido un
Thomas Jefferson o un Patrick Henry, hablando por la libertad en esos
ya casi
olvidados días de nuestra propia lucha por la independencia.
Conocí a José Luis en la casa de doña
Consuelo, viuda
de Corretjer. Era muy inspirador saber que no todos los patriotas
puertorriqueños
viven en Puerto Rico. Las ciudades de Nueva York y Chicago son
principales
centros de nacionalismo, debido a la consolidación de las
comunidades
puertorriqueñas en esos lugares. En San Francisco hay
también
alguna actividad, pero allá las familias puertorriqueñas
están
más separadas.
José nació en una sección
puertorriqueña, de
orientación activista de Chicago. Con un Bachillerato en
Ciencias Políticas
de la Universidad de Chicago y con estudios graduados en Historia de
América
Latina, escogió hacer trabajos voluntarios comunitarios.
Enseñó
a estudiantes con problemas en la lectura y ayudó al Centro
Cultural
puertorriqueño en sus esfuerzos por preservar la herencia
nacional
puertorriqueña.
En el juicio con José Luis había otros tres
conjuntamente
acusados con él, incluyendo a Alejandrina Torres, de 47
años de
edad y esposa de un Ministro de la Iglesia Unida de Cristo. Ella estaba
recluida en la unidad de control mental para mujeres de la
prisión de
Lexington en Kentucky. El encierro de 23 horas diarias y las
privaciones
sensoriales, estaban menoscabando grandemente su salud. Ella estaba
experimentando mareos, depresión y pérdida de peso. El
propósito
era reducirla a ella y a otras dos prisioneras políticas, a un
estado de
sumisión esencial para su conversión ideológica y,
si era
posible, al grado en que se desesperarían tanto como para
destruirse a
ellas mismas.
Los otros arrestados han adoptado la posición de
prisioneros de
guerra, sosteniendo que los EEUU han invadido militarmente a Puerto
Rico de
manera ilegal, y que por ende ellos están en su derecho legal de
resistir
tal invasión a como dé lugar. José Luis mismo, ha
tomado
la posición de prisionero político. En un tiempo hubo
unos quince
prisioneros de guerra y catorce prisioneros políticos en
prisiones
estadounidenses. José Luis, aunque no sea miembro de ninguna
organización
de lucha armada clandestina, ha declarado estar de acuerdo con las
mismas,
sosteniendo que cualquier método de lucha por la
liberación es
justificable. En vista de su posición diferente a sus otros
companñeros
de suerte, él recibió una sentencia suspendida de cinco
años
en probatoria. Los otros, Edwín Cortés, Alejandrina
Torres y
Alberto Rodríguez, recibieron treinta y cinco años cada
uno.
Sus planes actuales son continuar participando en el
movimiento pro
independencia y, muy particularmente, continuar apoyando a los
prisioneros de
guerra y a todos los prisioneros políticos.
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