Blanca Canales
Doña Blanca Canales se sonrió cuando me le
acerqué con
cierta incredulidad reflejada en el rostro, preguntándole si
ella
ciertamente había sido una de las dirigentes de la
Revolución del
30 de octubre de 1950. Una trabajadora social retirada con apariencia
de
abuela, ahora en sus ochenta, ella difícilmente parecía
el tipo de
revolucionaria que había sido.
Conozcamos, antes de hablar de este importante episodio de
su vida, dos
antecedentes que la llevaron hasta ese momento.
Nacida en 1906 en el montañoso pueblo de Jayuya, ella
creció
en una familia muy dada a la vida social y política. El padre
era uno de
los dirigentes locales del Partido Unionista. Este partido, aunque
tenía
como uno de sus postulados la independencia, se inclinaba más a
solicitar
del gobierno de EEUU medidas tendientes a una autonomía. De su
madre, doña
Consuelo Torresola, ella dice: "Mamá era una mujer moderna y
hasta
se permitía tener ideas contrarias a las de papá."
A principios del siglo lo más que entretenía a
la gente eran
los libros.
Blanca dice: "En casa había muchos libros y
periódicos. De noche, papá y mamá se sentaban a la
luz de un quinqué a
leer, cada uno, con un libro y yo me sentaba también junto a
ellos a leer
`El Tesoro de la Juventud'. Esta era una enciclopedia de muy variadas
secciones
en historia, literatura, matemáticas, ciencias naturales, los
países
y sus costumbres, etc.... Yo recuerdo mucho la sección de hechos
heroicos donde leí sobre la lucha de independencia de los
pueblos y sus héroes. Entonces yo era una niña y
asistía a la escuela elemental del
pueblo."
Blanca recuerda que iba con sus padres a los mítines
del Partido
Unionista en tiempo de las elecciones y ella se mataba aplaudiendo
cuando algún
orador hablaba de la Independencia. "Esto era lo más que
entusiasmaba al público que agitaban las banderas de Puerto Rico
que casi
todos cargaban y que entonces estaba prohibida oficialmente. Yo me
sentía
feliz al oír hablar de independencia."
Pasaron los años. Su padre murió en marzo de
1924 cuando ella
estaba estudiando en la Escuela Superior de Ponce. Al graduarse, su
madre la
envió a estudiar a la Universidad de Puerto Rico en Río
Piedras. Pasan cuatro años y se gradúa en mayo de 1930 de
bachillerato en
Artes Liberales. En mayo, antes de la graduación, ella asiste a
una
conferencia que dió don Pedro Albizu Campos en el Salón
de Actos
de la Universidad auspiciada por los estudiantes de leyes.
"La conferencia me impresionó mucho, pues
además de
hablarnos de las grandezas, las costumbres y la cultura mexicana,
señaló
cómo México había sido la barrera que había
detenido
el avance del imperislismo yanqui hácia América del Sur.
Por
primera vez, oía a un orador denunciar valientemente al
imperialismo
yanqui y me convencí que ese era el líder a seguir."
El destino había puesto a Blanca Canales en el camino
de la lucha por
la independencia patria cuando ese mismo verano de 1930 volvió a
la
Universidad de Puerto Rico a tomar un curso acelerado en trabajo social
para
ocupar una plaza en la Segunda Unidad Rural en el barrio Collores de
Jayuya. Esta era una nueva modalidad de escuela rural.
Al volver ese verano de 1930 a Río Piedras fue a
conocer
personalmente a Albizu Campos y se presentó a la Junta
Nacionalista
ubicada en San Juan donde fue recibida prontamente por ser hermana del
escritor
y abogado ya fallecido, Nemesio Canales, a quien don Pedro había
conocido
por los años de 1920. También ese verano fue ella con
algunas de
sus compañeras estudiantes a visitar su hogar en el Barrio
Obrero y quedó
muy impresionada con don Pedro y doña Laura.
Volvió a la Universidad de Puerto Rico, a continuar
tomando
asignaturas relativas al trabajo social, el verano de 1931. Por las
tardes,
después de las clases, ella se iba a visitar a don Pedro y
doña
Laura donde compartía junto a otros estudiantes. Generalmente
pasaba
muchas horas allí, conociendo de cerca la vida familiar de esta
extraordinaria pareja. "Recibimos allí lecciones de amor patrio,
de
sencillez, de valor y sacrificio."
Al convencerse de que los demás partidos no
hacían nada por la
independencia, ese mismo año 1931, al regresar a Jayuya en
agosto, hace
su ingreso formal al Partido Nacionalista.
De esta manera empieza su participación activa en el
nacionalismo. Con la ayuda de otras mujeres organizan una Junta
Femenina y forman parte del
Cuerpo de Enfermeras que fue una rama de los Cadetes de la
República. Las mujeres, aunque entrenadas como enfermeras, eran
también enseñadas
a marchar y a disparar. Se marchaba junto a los demás grupos de
la Isla
a las concentraciones importantes como el Grito de Lares el 23 de
septiembre o
el Día de José de Diego, el 16 de abril.
Blanca dice: "Esta década del 30 al 40 fue una
década en
que el fatídico gobernador Blanton Winship y el coronel de la
policía
Mr. Riggs declararon la guerra al Partido Nacionalista habiendo
propiciado el
fusilamiento de héroes y masacres."
En 1936, Albizu Campos y los patriotas de la Junta
Nacionalista fueron
encarcelados. Estando encarcelados en La Princesa, en tránsito
hácia
la cárcel de Atlanta en EEUU, ocurre el 21 de marzo de 1937 la
Masacre de
Ponce. Blanca dice: "Ese trágico día, yo no había
podido asistir al desfile de Cadetes y Enfermeras y al mitin que se
celebraría
en Ponce pidiendo la excarcelación de los patriotas. Mi madre
estaba
gravemente enferma en Coabey y yo cuidaba de ella, quien murió
meses
después. El destino me tenía reservada para la lucha
crucial de
los años 47 y 50.
"En los años de la decada del 1940 continuó
la persecución
y encarcelamiento de los nacionalistas por negarse a inscribirse y
servir en el
ejército de EEUU."
Durante los primeros cinco y medio años de esa
década, Blanca
estuvo un poco alejada de la lucha mientras ocupó puestos
administrativos
y de supervisión en agencias de trabajo social en Ponce y en San
Juan. Prácticamente sólo cooperaba con el Partido
Nacionalista en la
recolección de dinero.
En el 1946, cansada Blanca de vivir fuera de su pueblo natal
y aprovechando
una reorganización del Negociado de Bienestar Social,
pidió ser
transferida a Jayuya y en julio de 1946 fue a ocupar el puesto de Jefe
de la
Oficina Local de Bienestar Público. Ya se había
construído
una carretera que atravesaba Coabey y ella pudo instalarse en su
antigua casa
desde donde todas las mañanas bajaba en su automóvil al
pueblo.
Como en ocasiones anteriores, Blanca dedicó sus
días libres y
sus noches a actividades del Partido Nacionalista junto a algunos de
sus viejos
compañeros y a un grupo de mujeres y hombres jóvenes
entre los que
se encontraban sus primos los Torresola.
El 15 de diciembre de 1947 regresó a su Patria don
Pedro Albizu
Campos después de 10 años de cárcel y destierro.
Un
nutrido grupo de jayuyanos, entre los que se encontraba Blanca, se
unió a
la multitud que lo recibió.
"El discurso que hizo don Pedro Albizu Campos esa tarde fue
sensacional," dice Blanca. "Explicó que confiaba en no tener
que pronunciar muchos discursos. `He venido a dar,' dijo don Pedro,
`todas las
energías y toda la sabiduría que la Divina Providencia
quiso
conferirme para que ningún puertorriqueño pase por la
indignidad
de llamarse esclavo del despotismo extranjero.'
"Tanto ese discurso como la acogida que se le tributaba
donde quiera
que él iba," dice Blanca, "trajo como resultado que por
órdenes
yanquis, la Legislatura Insular aprobara una copia de la famosa Ley
Smith de
EEUU que perseguía allá a los comunistas. A la ley
aprobada en
Puerto Rico el pueblo la bautizó con el nombre `ley de la
mordaza'. Luis
Muñoz Marín, entonces presidente del Senado, dijo que se
aprobaba
para impedir que don Pedro arengara al pueblo a luchar por la
independencia.
"Esta ley fue desafiada por Albizu Campos en un mitin en
Manatí
el 11 de junio de 1948, un día después de ser firmada por
el
gobernador nombrado por el Presidente de EEUU, señor
Jesús Piñeiro.
"Ese día se volcaron los nacionalistas de todo el
país en
el pueblo de Manatí dispuestos a impedir que Albizu Campos fuera
arrestado. Los nacionalistas de Jayuya habían ido al acto en
compañía
de los de Utuado decididos a que después del acto se
llevarían a
don Pedro a Coabey a mi casa," dice Blanca. "Yo no había ido al
acto para impedir que la policía tratara de arrestarlo. Aunque
de este
episodio hay mucho que contar, en este momento sólo diremos que
la policía
no entró en mi casa, evitándose así una
confrontación."
Esto sucedía en junio de 1948. En agosto de 1948
Albizu Campos con
doña Laura, su esposa, y Rosita, su hija, dejaron el Hotel
Normandie en
San Juan y fueron a Jayuya y pasaron cerca de tres meses en casa de
Blanca en
Coabey.
"En esta memorable ocasión," nos dice Blanca,
"todos
los nacionalistas de Jayuya y especialmente los jóvenes de
Coabey
tuvieron el privilegio de conocer al apóstol del valor y del
sacrificio y
de recibir directamente las sabias enseñanzas del Maestro.
Aquilataron
también su sentido del humor y su gran bondad."
En los años 1949 y '50 se preparaban los
nacionalistas en toda la
Isla para una revolución. En Coabey entre los nacionalistas
más
decididos estaban los hermanos Torresola (Elio, Griselio, Doris y
Angelina) y
los hermanos Fidel y Carlos Irizarry. Todos habían tenido
participación
muy importante durante el episodio del desafío a la "ley de la
mordaza" en junio 11 de 1948 en casa de Blanca. Ella era dueña
no sólo
de la casa sino de cuarenta cuerdas adyacentes. En estos predios los
jóvenes
guardaban armas en preparación para una revolución antes
de 1952,
fecha en que el Congreso de EEUU implantara en Puerto Rico el llamado
Estado
Libre Asociado (ELA) y se afectuara la farsa de una Convención
Constituyente que Albizu Campos denunció como "convención
constituyente de la esclavitud". Como el ELA era la idea del gobierno
de
Estados Unidos de independencia para Puerto Rico, don Pedro Albizu
Campos y la
Junta Nacionalista decidieron que no podía pasar toda esta farsa
apoyada
por Muñoz Marín sin un alzamiento del pueblo para
protestar y
denunciar ante el mundo dicha farsa.
Los planes revolucionarios se esperaban para cerca del 1952,
pero no
pudieron efectuarse en vista de que los nacionalistas tuvieron que
lanzarse a un
ataque improvisado el 30 de octubre de 1950. Esto sucedió de la
siguiente manera:
El 26 de octubre, los nacionalistas, dirigidos por Albizu
Campos, fueron
como siempre acostumbraban a Fajardo a conmemorar el natalicio del
General
Antonio Valero, héroe puertorriqueño que había
peleado
junto al Liberatador Simón Bolivar. Ya para esta ocasión
habían
llegado rumores a don Pedro de que los planes que se sabían
hacía
meses, de un intento del gobierno de EEUU de asesinarlo, se
efectuarían
en Fajardo. Enterados los hombres que formaban el cuerpo militar del
Partido
Nacionalista, fueron armados dispuestos a impedir el siniestro plan, el
cual no
se materializó. De regreso esa noche después de los actos
y el
mitin, el carro de don Pedro es acompañado a San Juan por un
grupo de
automóviles de los nacionalistas. Cerca del Puente Martín
Peña,
dos de los carros de la escolta fueron perseguidos con el pretexto de
que se habían
pasado la luz roja del semáforo. El carro de don Pedro, que ya
había
pasado la luz, siguió adelante y sus ocupantes no se percataron
de lo
sucedido.
Al enterarse Albizu Campos en la mañana del 27 de la
persecución
de los patriotas de quienes no se sabía dónde los
tenían
detenidos, también observó que su casa había sido
rodeada
por la policía y la guardia nacional de EEUU y se dió
cuenta de
las intenciones del gobierno. Esa día logró subir a la
Junta
Nacionalista donde vivía don Pedro, burlando a la
policía, el
patriota y líder de San Germán, Pedro Ulises
Pabón. Discutieron la situación, decidiendo avisar a
todas las partes de la Nación
para que se atacasen los cuarteles de la policía al
mediodía del
30 de octubre de 1950. Esto se hacía para evitar que los
nacionalistas
fueron arrestados en sus propias casas sin hacer nada.
Blanca dice: "Esa día hubo actos de heroísmo
en Peñuelas,
Ponce, Mayagüez, Naranjito, Arecibo, Utuado, Jayuya y San Juan.
"En Jayuya recibimos el aviso el sábado 28 de octubre
traído
por el Comandante Nacionalista de Arecibo, el patriota Juan Jaca, quien
vino a
mi casa a avisarnos a Elio Torresola y a mí y que, como
tenía la
encomienda de llevar la noticia a otros pueblos, lo llevara en mi carro
hasta el
pueblo.
"Esa tarde reunidos en casa (Elio, Carlos Irizarry y yo),
decídimos
no avisar a los nacionalistas que vivían en el pueblo y en otros
barrios
debido a que sabímos que había agentes del gobierno
infiltrados en
el movimiento libertador.
"Esta es la razón por la cual a los hombres de
Coabey, Elio les
avisó esa misma mañana del 30 de octubre. De esa manera
solamente
salieron en dirección a Jayuya unos veinte hombres a quienes ya
se les
había tomado el juramento del Partido. Este fue tomado por
mí
antes de salir hacía el pueblo mientras yo desplegaba con mis
manos la
bandera de Puerto Rico."
Luego los hombres montaron en una guagua y un
automóvil dirigiéndose
a tomar el cuartel de la policía del pueblo. Blanca, quien
había
recibido órdenes de dirigirse a la oficina del teléfono
para
impedir que la telefonista avisara al gobierno a San Juan, dice: "Yo
monté
en un automóvil que no era el mío, pues los hombres
habían
montado el mío y seguí detrás de ellos. Al entrar
a la
Calle Esteves los patriotas doblaron a la izquierda y se dirigieron al
cuartel y
yo doblé a la derecha hacia el final de la calle donde estaba el
teléfono."
Después de su gestión en el teléfono,
Blanca regresó
al centro del pueblo y subió al balcón del edificio que
entonces
era un hotel, que quedaba en la calle Esteves, en la esquina de la
entrada desde
Coabey y desde allí desplegó con sus manos la bandera de
Puerto
Rico dando vivas a ¡Puerto Rico Libre! repetidas veces.
Un grupo de personas se concentró en la calle y ella
les explicó
del levantamiento revolucionarlo que se llevaba a cabo en diferentes
pueblos de
Puerto Rico.
Como veinte minutos después, cuando ya la gente se
había
dispersado, un joven que ella no conocía le trajo un mensaje de
Elio pidiéndole
que fuese al hospital, que Carlos Irizarry estaba herido.
Blanca dobló la bandera y tomando su cartera
buscó su automóvil
y antes de subir el cerro del hospital, se paró cerca de la
Iglesia Católica
y le entregó su revólver a un joven que se acercó
y le pidió
que se lo entregase a Elio. Ella iba ahora en una misión de
enfermera
del ejército.
Blanca encontró a Carlos Irizarry herido, recostado
de un poste
frente al hospital. Este estaba cerrado por lo que, ayudada por el
patriota
Mario Irizarry, primo de Carlos, lo montaron en su automóvil y
salieron
hacia el hospital de Utuado, el pueblo más cercano.
Jayuya quedó bajo el mando de Elio Torresola, quien
logró
mantener el pueblo en manos de los revolucionarios por tres días
pese a
ser bombardeados por aviones y artillerías de la guardia
nacional de
Estados Unidos. Finalmente, el 1ro de noviembre, cuando la guardia
nacional
entró al Barrio de Coabey, los revolucionarios se rindieron para
evitar
la devastación de este.
Pese a que Blanca no disparó un sólo tiro,
testigos afirmaron
que ella había matado a un policía, por lo que
recibió una
sentencia de cadena perpetua, más sesenta años por herir
a tres
policías. También se le acusó de incendiar la
oficina del
correo federal. Por esto se le sentenció a once años y
fue
enviada en junio de 1951 a la penitenciaria federal de Alderson, West
Virginia. (Los revolucionarios quemaron los archivos del llamado
Servicio Selectivo donde
estaban inscritos los hombres jayuyanos que eran reclutados para la
guerra de
Estados Unidos en Corea, y no fueron acusados por este hecho; lo que
indica que
no le convenía al gobierno de EEUU que este hecho trascendiese
en Puerto
Rico y en el extranjero.)
Allí se le unieron en 1954 las nacionalistas Lolita
Torresola y Rosa
Collazo y más tarde Lolita Lebrón, quien había
participado
en el ataque al Congreso de EEUU el 1ro de marzo de 1954 junto con
Irvin Flores
Rodríguez, Andrés Figueroa Cordero y Rafael Cancel
Miranda.
Tras servir cinco años en Alderson en noviembre de
1956, Blanca fue
traslada a Puerto Rico a cumplir en la cárcel de mujeres de Vega
Alta la
sentencia de cadena perpetua y sesenta años más.
En esta cárcel, Blanca se encontró con las
compañeras
nacionalistas Doris Torresola, Carmen María Pérez,
Leonides Díaz
e Isabel Rosado.
Blanca dice: "Yo había cumplido dieciséis
años de
cárcel cuando fui imdultada en agosto de 1967 por el gobernador
Roberto Sánchez
Vilella y cuando ya mis compañeras de Vega Alta habían
salido.
"El indulto decía que se me ponía en
libertad porque
estaba enferma, era ya anciana y no habían podido rehabilitarme.
Esto
ultimo significaba que no habían podido cambiar mis convicciones
en
cuanto a la práctica nacionalista y la lucha libertaria."
Impávida ante sus dieciseis años de
cárcel, Blanca se
ha mantenido firme aún hoy día y fiel a su Partido
Nacionalista,
negándose a votar bajo los nuevos partidos que buscan la
independencia a
través de los votos. "Tenemos que continuar aunque nos tome cien
años."
Aunque viviendo una vida tranquila en apariencia, en un
proyecto de vivienda
gubernamental, ella continúa bajo vigilancia, su teléfono
está
intervenido y sus movimientos son observados por una agente encubierta.
Mas,
fortalecida por su fé católica, ella permanece sin
intimidarse.
Termina Blanca diciendo: "En este momento en que estoy
traduciendo este
trabajo al español, tengo 84 años de edad y me siento tan
comprometida y firme como el mismo 30 de octubre de 1950."
[Traducción por Blanca Canales]
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