—Joaquín Tórrez A.—
Doña Dorotea Granada, rodeada de mujeres y niños de Mulukukú, enun momento de su entrada triunfal a ese poblado la tarde deljueves. (Foto: Francisco Mendoza). |
Obviamente no le pusieron ramos a sus pies, pero poca faltahacían. Ese día fue recibida como una diosa, una mártir, unamensajera celestial, una madre protectora, una estrella, un solque llegó a iluminar las vidas de miles. Todos querían tener algode ella. Un abrazo, un beso, una lágrima. Que los tocara y loscurara como con la mano. O sólo con la mirada.
Parecía uno de esos capítulos de una novela donde las lágrimasbrotan a mares. Sólo que éstas eran reales, de madres, hijas,niños y padres. Enfermos y sanos. De todo un pueblo que estuvodos meses sin ella y ahora querían reponerlos en una tarde,disfrutando cada momento con ella como si fuese el último. Todauna multitud que más de un político desearía tener.
"Bendito Dios porque te trajo aquí"; "Dorotea, Bienvenida a tucasa"; "Dorotea es Salud"; "Que se vayan los corruptos, que sequede Dorotea", decían muchas de las mantas y pancartas (cuyaortografía era lo de menos) que portaban los miles de pobladoresque fueron a encontrarla a la entrada del pueblo, con música,vivas, cohetes y hasta consignas muy militantes como aquella de"el pueblo unido jamás será vencido".
El Río Tuma divide en dos a Mulukukú. Pero el jueves la llegadade Dorotea lo unió. Su presencia les cambió la sonrisa a muchosy más aún, cuando respondía a cuanto abrazo y beso le daban,llamando a todos por su nombre y preguntándoles por su salud ysus hijos, con una confianza de viejos conocidos.
Hacía varios años que en Mulukukú no vivían una manifestaciónsimilar. Unos escoltas improvisados trataban de abrir espaciopara que caminara, pero cada vez se sumaban más hasta llegar ala Clínica María Luisa Ortiz, donde Dorotea fue recibida por otragran cantidad de personas y por una enfermita mental que labesaba, la abrasaba y le insistía que le atendiera a su niña: unamuñequita de trapo.
Luego esta misma muchacha empañó parte del acto y las buenasintenciones al arrojarle piedras a las madres que cargaban susniños, lo que obligó a unos policías a desquitar el salario.
Esta marcha fue la génesis de un acto que se extendió más alláde las 3 horas. Todos querían decirle lo mucho que la quieren ylo que sufrieron sin ella. Todos querían cantar y bailar. Saliren las fotos con ella y atestiguar sobre sus días con Dorotea,como lo hizo doña Corina Duarte que antes del cierre de laclínica, a inicios de diciembre del 2000, aprendía con Dorotealas destrezas para la atención a los pacientes. En Mulukukú las encuestas sobre Dorotea Granada no tienen margende error. Sin necesidad de un guión las respuestas son lasmismas: "doña Dorotea es buena. Nos atiende y nos ayuda sin verde qué partido somos. Cerraron la clínica por envidia porquesaben que es muy humana y muy conocida".
Y es cierto. La fama y el amor por doña Dorotea inicia desde elpoblado de Muy Muy. Como atraídas por un imán, las mujeres lesalen al paso a decirle adiós. Otras le piden que les ayude y lesdé "raid". Ella corresponde y las sube en su camioneta,incluyendo a los hombres. A estos últimos bajo una condición:"usted debe respetar los derechos que tenemos las mujeres".
"DIOS ES MI SEÑOR Y USTEDES MI BENDICION"
Camina con una energía y una fuerza capaz de enfrentarse tantoa un cáncer como a un gobierno, uno como el que preside elPresidente Alemán que al final, como ella misma lo admite, conla persecución en su contra, le hizo el favor de despertar lasolidaridad hacia ella y hacia Mulukukú.
El calor humano que le demostraron a ratos cansaba. Pero ella,con 70 años a cuestas y 242 kilómetros recorridos desde Managuaa Mulukukú, gritó, bailó (con unos mariachis llamados "LosAmigos" que le hicieron dos canciones), rió y no paraba deagradecer y decir que "me han robado el corazón. Dios es mi Señory ustedes son mi bendición".
Los testimonios sobraron y las gentes también. De las comarcasde Umbla, Los Baldes, Unikuás, Sarawás, Liberia, Santa Rita, yLa Bodega, por mencionar algunas de las 17 comunidades queatienden en la Clínica María Luisa Ortiz, de Mulukukú, un puebloque lucha por lograr estatus de municipio y cuyo censopoblacional ya supera los 25 mil habitantes.
LLEGO CON DOÑA VILMA
Doña Dorotea llegó a Mulukukú acompañada por doña Vilma Núñez deEscorcia, del Centro Nicaragüense de Derechos Humanos, CENIDH,por dirigentes del organismo Ayuda Obrera Suiza, AOS, de ONG'sde Mujeres de Matagalpa, y por varios de sus amigosnorteamericanos, médicos y enfermeros, que la han acompañadodesde que intentó ser deportada por el gobierno, a inicios dediciembre del año pasado.
Como una nica más, doña Dorotea dijo sentirse en su "charco" yagradecida por ayudarle a luchar "contra esta gente que quierehacer su propia ley. Gracias a los Medios de Comunicación, a misamigos que me ayudan a mantener esta clínica y a ustedes por losque pienso luchar por su salud y su dignidad. Luchemos porqueNicaragua todavía es la tierra prometida".
La clínica de la Cooperativa María Luisa Ortiz podría reiniciaractividades a inicios de marzo, dependiendo de una reunión quedoña Dorotea tendrá el miércoles 21 con la Ministra de Salud,Mariángeles Argüello.
Por ahora y con el regreso de doña Dorotea a Mulukukú, lospobladores celebran a más no poder como quien celebra la llegadade una santa patrona. Bueno, ellos dicen que con Dorotea llególa "salud andante". La fiesta inició la noche del jueves con Sopade Res, Arroz a la Valenciana, Vigorón, Café y, claro, licor.Todo cortesía de la cooperativa.